Foto propiedad del restaurador Adam Cuerden. 1956
Como todas las tardes, la señora de 42 años regresaba a su casa desde su trabajo, en el autobús número 2857. Era el 1
de diciembre de 1955, justo hace 65 años, en Montgomery, el estado
de Alabama. Rosa tomó asiento en la parte de atrás del autobús, el
lugar destinado entonces para ciudadanos considerados de color, que
englobaban a todos los que no fueran blancos (negros, orientales,
indígenas…). Por aquel entonces, si el autobús completaba todo el
aforo de gente sentada y los blancos se quedaban sin asiento, los
ciudadanos de “segunda división”, como Rosa Parks, tenían la
obligación de levantarse y ceder el asiento a los
blancos.
El autobús en el que ocurrió todo hoy se conserva en el Henry
Ford Museum de Detroit.
Y así ocurrió, al darse cuenta de que el autobús iba llenó y que
algunos blancos iban de pie, el conductor del autobús 2857 paró y se
dirigió a la parte trasera para exigir a las mujeres negras que se
levantaran. Todas lo hicieron, menos una, una señora de 42 años
llamada Rosa Parks, que se negó a levantarse y a ceder su asiento. El
conductor montó en colera, sin embargo, Rosa siguió sentada, lo que
provocó que llegase la policía. Finalmente Rosa Parks fue detenida
y condenada por transgredir el ordenamiento municipal y por
alteración del orden público.
Durante el juicio Rosa declaró que no se levantó porque estaba
cansada, pero no cansada por trabajar, cansada por ser tratada como
una ciudadana de segunda. Por supuesto que no fue Rosa Parks la
única persona que había protestado por tales injusticias, durante
años, tanto la comunidad negra como otros colectivos habían estado
protestando, sin muchos resultados. Sin embargo; las circunstancias
y la repercusión de la detención de Rosa, la convirtieron en un
símbolo.
Imagen propiedad de Don Cravens
Amigos y compañeros de Rosa comenzaron una protesta al poco
tiempo de que esta fuera arrestada. La población negra de la ciudad
de Montgomery se negó a subir a ningún autobús de la empresa
municipal. Las autoridades creyeron (erróneamente) que las familias
más humildes, sin coche y con necesidad de desplazarse a sus
centros de trabajo, no aguantarían muchos días protestando sin usar
el transporte público. Estaban equivocados, la protesta duró
más de un año. El boicot a la empresa de autobuses implicó que casi
el 80% de los usuarios dejarán de usar este servicio, llevando a la
empresa casi a la ruina.
Finalmente la ley de segregación en
transportes públicos se abolió, declarándola inconstitucional. El
21 de noviembre de 1956 los integrantes de la comunidad negra de la
ciudad de Montgomery volvieron a subirse a los autobuses, pero esta
vez iban a sentarse donde les diera la gana. Y todo gracias al gesto de una valiente mujer que estaba cansada.